jueves, 29 de noviembre de 2012

ANESTESIA Y SUEÑO: ASÍ SE APAGA Y SE REINICIA LA CONCIENCIA


Varios estudios sobre la anestesia ayudan a entender cómo se activa la mente consciente.
Las neuronas oscilan rítmicamente durante el sueño profundo, la anestesia y el coma.
El objetivo es comprender qué circuitos activan y desactivan el "yo".
Miles de personas se someten cada día en el mundo a los efectos de la anestesia. A través de distintas sustancias, los médicos consiguen apagar la conciencia de sus pacientes durante el tiempo suficiente para someterles a una operación. Cuando despiertan, de la misma forma en que uno regresa del sueño, la conciencia del sujeto vuelve a activarse como si nada hubiera pasado. ¿Qué ha ocurrido exactamente en ese intervalo?
Algunos de los efectos a nivel molecular de las sustancias anestésicas se conocen, pero la forma en que funciona la anestesia globalmente sigue siendo una incógnita. En el departamento de Ciencias Cognitivas y del Cerebro del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Emery Brown y su equipo acaban de monitorizar por primera vez la actividad cerebral de varios pacientes mientras se les suministraba uno de los anestésicos más comunes, el conocido propofol. "Nuestro estudio", explica Brown  "describe por primera vez cómo se comportan las neuronas del cerebro humano en el momento en que los pacientes pierden la conciencia bajo anestesia general". El trabajo, aseguran, tiene aplicaciones clínicas y puede servir para comprender mejor cómo se construye eso que llamamos conciencia.
Señales de un cerebro anestesiado



Para realizar el estudio, los investigadores del MIT monitorizaron a pacientes con epilepsia que portan una serie de electrodos en el cerebro durante el periodo preoperatorio. Estos electrodos, entre 50 y 100, permiten registrar con enorme precisión la actividad de grandes grupos de neuronas y también de neuronas individuales mientras a los pacientes se les suministraba propofol.  Los gráficos mostraron que los sujetos perdieron la conciencia en una media de 40 segundos y que se produjo un cambio abrupto en el patrón de actividad cerebral. En concreto, las  mediciones del electroencefalograma (EEG) pasaron a mostrar ondas de baja frecuencia de alrededor de un ciclo por segundo, mientras que las neuronas individuales se activaban y desactivaban rítmicamente durante unos milisegundos creando esta oscilación que se observa en el EEG.
"Las neuronas quedan bloqueadas en este ciclo", explica Brown, "y solo pueden activarse en un rango limitado, lo que hace imposible la comunicación entre regiones del cerebro". "De alguna manera", añade Xurxo Mariño desde el Grupo de Neurociencia de la Universidad de La Coruña, que colabora con el MIT, "cuando una persona pierde la conciencia - se queda dormida o se le somete a anestesia - sus neuronas se ponen todas a hacer la ola, a bailar conjuntamente con una oscilación rítmica de una frecuencia baja. Pero ese ritmo repetitivo no genera información, puesto que para que haya información tiene que haber cambios en el mensaje". "Es decir, si todas hacen la ola, no hay mente".
"Para estar consciente", asegura Brown, "el cerebro necesita ser capaz de hacer muchas cosas. Una de ellas es transmitir información entre diversas áreas. Si esta transmisión está bloqueada, porque los circuitos están cerrados u oscilando, entonces no se puede mantener la conciencia". Las implicaciones clínicas también son significativas, según Brown, puesto que observando estas oscilaciones en el EEG durante una operación se puede evitar tanto que una persona despierte durante la anestesia como que se produzca una sobredosis.

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miércoles, 28 de noviembre de 2012

EL RENACER DE UNA ESTRELLA PRESAGIA EL DESTINO DEL SISTEMA SOLAR


Los astrónomos han detectado cómo una estrella agonizante similar a nuestro Sol volvía a cobrar vida tras expulsar sus capas más externas al espacio. Este fenómeno puede ser muy similar al destino que afrontará nuestro Sistema Solar dentro de unos pocos miles de millones de años.

Esta nueva imagen de la nebulosa planetaria Abell 30, situada a 5.500 años luz de nuestro planeta, combina imágenes tomadas en la banda de la luz visible por el telescopio espacial NASA/ESA Hubble con los datos recogidos en la banda de los rayos X por los telescopios XMM-Newton, de la ESA, y Chandra, de la NASA.

Una ‘nebulosa planetaria’ es el nombre que reciben las capas, a veces concéntricas, de material expulsado por una estrella en los últimos momentos de su vida. Vistas a través de los telescopios de los astrónomos del siglo XVIII, se parecían mucho a los ‘borrones’ identificados como planetas, y ese nombre ha logrado perdurar hasta nuestros días.

Hoy en día sabemos que se producen cuando una estrella con una masa menor que ocho veces la de nuestro Sol se infla en las últimas etapas de su vida hasta convertirse en una gigante roja. Durante este proceso, fuertes pulsaciones y un intenso viento estelar arrastran sus capas más externas, que son expulsadas al espacio.

La radiación ultravioleta emitida por el núcleo resultante ilumina las capas de materia expelida, dando lugar a complejas obras de arte que somos capaces de contemplar con la ayuda de los telescopios modernos.

La estrella en el corazón de Abell 30 se enfrentó por primera vez a la muerte hace 12.500 años – en una escala terrestre – cuando un lento y denso viento estelar la despojaron de sus capas más externas.

Ante los telescopios ópticos, los restos de esta etapa evolutiva se muestran como una gran cáscara brillante, prácticamente esférica, que se expande por el espacio. Hace unos 850 años, la estrella volvió a cobrar vida, tosiendo violentamente nudos de helio y materia rica en carbono.

La capa externa de la estrella se expandió brevemente durante este renacer, para luego volver a contraerse rápidamente, en apenas 20 años. Como consecuencia de esta convulsión, el viento estelar se aceleró hasta alcanzar su velocidad actual de 4.000 kilómetros por segundo – más de 14 millones de kilómetros por hora.

A medida que este rápido viento avanza y se encuentra con vientos más lentos y con grumos de materia expelida por la estrella con anterioridad da lugar a complejas estructuras, entre las que destacan las delicadas colas, similares a las de los cometas, que se pueden ver cerca de la estrella central en esta imagen.

El viento solar bombardeando estos densos cúmulos de materia proporciona una escalofriante imagen del futuro que le podría esperar a la Tierra y al resto de planetas de nuestro Sistema Solar dentro de unos pocos miles de millones de años.

Cuando nuestro Sol emita su último aliento en el corazón de una nebulosa planetaria, su intensa radiación y viento solar acribillarán y evaporarán cualquier planeta que haya logrado sobrevivir la fase de gigante roja.

Si en ese momento alguna lejana civilización observa nuestro Sistema Solar, seguramente podrá ver el resplandor de las brasas de los planetas, emitiendo rayos X mientras son engullidos por el viento solar.

http://www.esa.int/esaCP/SEM7BMGPI9H_Spain_ 0.html
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sábado, 10 de noviembre de 2012

ANIMALES QUE SE AUTOMEDICAN


Atacados por parásitos de toda clase, los animales deben ingeniárselas para sobrevivir. Por eso recurren a la automedicación que salva sus vida y las de sus descendientes.
La vida no es fácil para los animales, que deben enfrentarse a un medio hostil, aunque saben arreglárselas para sobrevivir.

No solo son los depredadores, son las enfermedades. Entonces toca automedicarse. No hay más opciones. Y de médicos también lo hacen bien.

Veamos 10 ejemplos exitosos de automedicación, esa que no está bien vista en los humanos. 

LA DIETA DE LA POLILLA TIGRE ISABELLA

Michael Singer de la Universidad Wesleyana encontró que el gusano de esta mariposa se alimenta muy bien, pero cambia de dieta cuando se infecta con moscas parásitas. Se alimenta entonces con alimentos tóxicos que aumentan su tasa de supervivencia.

CHIMPANCÉS CON MALESTAR ESTOMACAL 

Cuando los chimpancés sienten malestar estomacal, ingieran hojas de sabor ácido para eliminar cualquier parásito intestinal. "Remueven las hojas como si fueran un abano", explica Michael Huffman , de la Universidad de Kyoto citado por The Scientist. Se chupan el jugo y luego botan la fibra. No se nutren con ellas, pero los parásitos en su intestino reciben un buen baño tóxico.

UN RECONFORTANTE LAVADO INTESTINAL

Los gibones y macacos japoneses también eligen material vegetal por sus características físicas. Toman una hoja rugosa, la doblan y se la tragan entera. Con esto barren los parásitos intestinales.

LOS MONOS BUSCAN SU PROPIO MICROBICIDA

Los monos capuchinos se frotan el cuerpo de manera frenética con frutas cítricas y hojas de caléndula, plantas ricas en compuestos aromáticos con efectos microbicidas. No se limitan a las plantas, pues también usan milpiés, que se dice segregan benzoquinonas que repelen mosquitos. También el ácido fórmico obtenido de las hormigas les ayudan a combatir insectos.

LAS ABEJAS COMBATEN LOS HONGOS

Cuando son amenazadas por el hongo Ascophaera apis, que enferma las larvas, científicos de North Carolina State University y la Universidad de Minnesota hallaron que las obreras consiguen más propóleo y menos polen, que es rico en actividad antimicrobiana.

OVEJAS SABEN CÓMO EVITAR LOS CÓLICOS 

Las ovejas comen más alimentos ricos en taninos como alfalfa cuando padecen infecciones por nemátodos, con lo cual reducen su incidencia.

LAS MONARCA ELIGEN BIEN SU CUNA

Las mariposas monarca son infectadas por el protozoario Ophryocystis elektroscirrha. No pueden librarse de este, pero entonces ponen sus huevos en una planta rica en cardenolidas, que resultan tóxicas para los parásitos.

MOSCAS SE ALCOHOLIZAN PARA VIVIR MÁS 

La larva de la mosca Drosophila melanogaster es resistente al alcohol, pero no las avispas que las parasitan, por lo que aquellas se alimentan con una dieta rica en alcoholes.

LEMURES TIENEN LA CLAVE DE LA REPRODUCCIÓN

Las hembras preñadas de los lemures sifaka en Madagascar se alimentan con taninos, mientras los machos y las hembras no preñadas evitan estas plantas con compuestos astringentes. Ingerir taninos se correlaciona con más nacimientos exitosos.

RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ
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