lunes, 24 de septiembre de 2012

CUÁL ES LA VELOCIDAD DEL PENSAMIENTO?


Depende de lo que entendamos por “pensamiento”. Puede que queramos decir “imaginación”. Uno puede imaginarse que está, aquí en la Tierra, y un segundo más tarde que está en Marte o en Alpha Centauro o cerca de un lejano quasar. Si es eso lo que entendemos por “pensamiento”, entonces puede tener cualquier velocidad hasta el infinito.

Sí, pero uno no recorre realmente esa distancia ¿verdad? Aunque yo me imagine que estoy presenciando la formación de la Tierra no quiere decir, que haya hecho un viaje a través del tiempo. Y aunque me imagine en el centro del Sol no quiere decir que pueda realmente existir en esas condiciones.

Para que la pregunta tenga algún significado científico es preciso definir “pensamiento” de manera que su velocidad pueda realmente medirse por métodos físicos. A este respecto recordemos que si podemos pensar es porque hay unos impulsos que pasan de célula nerviosa a célula nerviosa. Cualquier acción que dependa del sistema nervioso depende de esos impulsos. Al tocar un objeto caliente retiramos la mano, pero no lo podremos hacer hasta que la sensación de calor pase de la mano al sistema nervioso central y luego otro impulso nervioso pase del sistema nervioso central a los músculos.

El “pensamiento” inconsciente que implica todo esto,”noto algo caliente, y más me vale quitar la mano porque si no me la quemaré”, no puede ser más rápido que el tiempo que tarda el impulso nervioso en recorrer el trayecto de ida y vuelta. Por consiguiente, hemos de entender que la “velocidad del pensamiento” es la: “velocidad del impulso nervioso”, porque si no, no hay respuesta.

Allá por el año 1846, el gran fisiólogo alemán Johannes Müller decidió, en un rapto de pesimismo, que la velocidad del impulso nervioso jamás podría medirse. Seis años más tarde, en 1852, consiguió medirlo uno de sus mejores discípulos, Hermann von Helmholtz, trabajando con un músculo todavía inervado. Helmholtz estimuló el nervio en diversos puntos y midió el tiempo que tardaba el músculo en contraerse. Al estimular el nervio en un punto más alejado del músculo, la contracción se retrasaba. A partir del tiempo de retardo logró calcular el tiempo que había tardado el impulso nervioso en recorrer esa distancia adicional.

La velocidad del impulso nervioso depende del grosor del nervio. Cuanto más grueso es el nervio, mayor es la velocidad. La velocidad depende también de si el nervio está o no aislado por una vaina de material graso. Los nervios aislados conducen más rápidamente los impulsos nerviosos que los no aislados. Los nervios de los mamíferos son los más eficaces de todo el reino animal: los de mejor calidad conducen los impulsos nerviosos a una velocidad de 362 kilómetros por hora.

Esto quizá parezca decepcionante, porque al fin y al cabo la velocidad del pensamiento no es mayor que la de los viejos aeroplanos de hélice. Pero pensemos que un impulso nervioso puede ir desde cualquier punto del cuerpo humano hasta cualquier otro y volver en menos de 1/25 de segundo (omitiendo los retrasos debidos al procesamiento en el sistema nervioso central). El nervio más largo en los mamíferos pertenece a la ballena azul, que mide unos 100 pies de longitud, e incluso en ese caso cualquier posible viaje de ida y vuelta dentro del cuerpo lo puede realizar el impulso nervioso en poco más de medio segundo. Lo cual es bastante rápido.

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martes, 18 de septiembre de 2012

CIENCIA: LA CAÍDA DE UN MITO


La ciencia es el estudio del Universo que nos rodea. Así de simple. No permitamos, no obstante, que tal simplicidad nos impida advertir, por un lado, la hipótesis de partida ni, por otro, el significado de estudiar el Universo. 

En primer lugar, el postulado fundamental de la ciencia es la existencia de una realidad objetiva, independiente de nosotros. Supuesto aparentemente inocuo para muchos. Y en segundo lugar, la ciencia supone, mejor aún, reconoce la existencia de entidades cuya mera concepción escapan a la comprensión humana. No hay que avergonzarse. Ciencia es afán de descubrir, ansia de aprender y deseo de aprehender. En este artículo se asumirá la validez del postulado de objetividad y examinaremos las implicaciones del método científico en el progreso humano1.


El método científico puede, grosso modo, clasificarse en dos vertientes. La primera es la experimental, que consiste en la observación de los fenómenos naturales y su posterior intento de reproducibilidad en el laboratorio2. El segundo enfoque, el teórico, se ocupa de la extracción de relaciones formales entre un conjunto dado de fenómenos, así como de la predicción de nuevos resultados que serán sometidos al escrutinio experimental. Ambas descripciones, experimental y teórica, son necesarias para la ciencia, cuyo avance exige un delicado equilibrio entre ambas.

Suele decirse que la ciencia moderna nace con la Revolución Industrial. Confusa afirmación. Personalmente, no tengo nada en contra de tal revolución. No en vano, gracias a ella disponemos de elementos más eficaces para afrontar nuestras vidas, como las vacunas o las comunicaciones. Ahora bien, este enfoque desvirtúa la esencia de la ciencia. El verdadero motor del científico es la pasión por comprender su entorno. No debería ninguna otra motivación gozar de implicación alguna. 

Desgraciadamente, la ciencia moderna se halla profundamente profesionalizada y al abrigo de la coyuntura económica. La gran mayoría de científicos desempeña trabajos regidos por la producción. Para la persona pragmática, esta situación no entraña ningún problema, pues, argumenta, la complejidad de la sociedad actual requiere de la coordinación de todos los sectores. Y si los proyectos científicos se financian, no importa la procedencia, es de esperar que las instituciones, públicas o privadas, exijan resultados. Bueno, concederemos este argumento como parcialmenteadecuado. Insistiremos una vez más: la ciencia sólo se preocupa del estudio de la Naturaleza. No es, ni debe ser, su pretensión la aplicación de sus logros al servicio de la sociedad. No se niega la importancia de tal aplicación; simplemente, se niega la identificación de tales aplicaciones con la actividad científica. Esta negativa está lejos de ser caprichosa: la ciencia, para su progreso, necesita la abstracción sobre las condiciones sociales en aras de un óptimo análisis de la realidad, indiferente a las penurias humanas.


La descrita desvinculación de la esencia científica de las aplicaciones sociales conduce a dos ideas, relacionadas entre sí, no exentas de controversia. Ideas que expondremos y defenderemos a continuación. La primera tiene que ver con la profesionalización en determinados campos de la ciencia. La segunda, con las esperanzas que la sociedad deposita en ella.

Pedro Naranjo Pérez
Ciencia, Método Científico, Filosofía
http://www.redcientifica.org/ciencia_la_caida_de_un_mito.php
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sábado, 8 de septiembre de 2012

EN 20 AÑOS NADIE MORIRÁ DE VIEJO


Lo vimos en el cine, lo soñamos en la literatura y nos preguntamos todos los días por él. Es el futuro. 

En esta palabra, esotérica para algunos, perturbadora para otros y siempre adictiva para la mente humana, se concentran más de la mitad de los laboratorios científicos del mundo, los mismos de los cuales el físico Michio Kaku obtiene sus predicciones de futuro. 

“He tenido la oportunidad de hablar con miles de personas sobre esto y eso hace que pueda decir las cosas que digo”. 

Hijo de padres japoneses, pero nacido en California, Kaku es reconocido como uno de los más destacados futurólogos del mundo. Es el autor del libro Hiperespacio, el mismo en el que se habló por primera vez de las realidades paralelas y dicen los expertos, que, entre su serie de adivinanzas, predijo megaterremotos como los ocurridos en Chile (2010 y 2012) y en Japón (2011). 

Kaku, quien cuenta que su pasión por la ciencia nació de la mano de Flash Gordon y Albert Einstein, estuvo por primera vez en Colombia e hizo parte del congreso internacional de telecomunicaciones Andicom 2012. 

Con él estuvimos hablando del futuro. Entre las cosas más importantes que dijo fue que tanto la ciencia, como la tecnología y la educación, eran aspectos fundamentales para los años que vendrán. No obstante, dijo que todos estos desarrollos dependen de la disponibilidad de los gobiernos porque son los únicos a los que no les interesa la tecnología.

“La tecnología siempre tiene riesgos. El mayor riesgo es para los Gobiernos, porque quieren manejar las cosas como en el pasado. Otro riesgo importante es la privacidad, ahora más que temerle al Gran Hermano, tenemos que temerle al Pequeño Hermano”. 
 
En los próximos 20 años, el mundo que vemos actualmente será otro, por eso Michio Kaku nos dejó una lista de puntos frente a los cuales, no se puede ser indiferente. Para nuestros lectores, una pequeña bola de cristal. 


10 RECETAS PARA NO PERDERSE EN EL FUTURO

“Tenerle temor a la tecnología, es tenerle temor al futuro”. 

1. Nuestros nietos tendrán la oportunidad de parar el envejecimiento de los cuerpos. Esto no significa que vayamos a tener la pócima para la juventud eterna, pero si quiere decir que ya no vamos a morir de viejos. 

2. Conseguiremos reproducir artificialmente todos los órganos del cuerpo. El cerebro es la excepción, pero vamos a poder expandir la memoria. 

3. El acto de la telequinesis, capacidad del cerebro humano para mover objetos, será una realidad. La teletransportación de cuerpos humanos tendrá que esperar mucho más. 

4. La figura de nación será obsoleta. No van a existir Estados Soberanos y los líderes tendrán que aprender a trabajar con el pueblo y de la mano de la tecnología. “La tecnología no parece convenirle a los gobiernos. 

5. Los climas serán extremos y tendremos que acostumbrarnos a fenómenos como los megaterremotos. Ciudades como Los Ángeles, San Francisco y Tokyo podrían desaparecer.   

6. El internet va a estar en nuestros lentes de contacto. Vamos a ver todo en realidad aumentada. Todo tendrá que ver con la computación pero ya no existirá la palabra computador.

7. Nuestras casas serán inteligentes y podremos hablar con ellas. La tecnología será muy económica y tendrá que valer menos de un centavo. 

8. Los carros se van a conducir solos, gracias a la tecnología GPS. 

9. El dinero va a desaparecer. En 10 años todos los pagos serán por teléfono celular.

10. Varios trabajos van a desaparecer. Por eso, tendremos que educarnos para la ciencia. La ciencia es riqueza.
Michio Kaku
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/E/en_20_anos_nadie_morira_de_viejo_michio_kaku/en_20_anos_nadie_morira_de_viejo_michio_kaku.asp

lunes, 3 de septiembre de 2012

ILUSIONES CAUSALES. CÓMO REDUCIR EL IMPACTO DE LA PSEUDOCIENCIA


Pulseras milagrosas, medicamentos alternativos que la gente cree que funcionan pero que son un auténtico timo, cada vez se venden más remedios que sin ninguna base científica y con total impunidad se están introduciendo en nuestra sociedad. ¿Por qué parece que funcionan?

Desde hace ya muchos años se han realizado en laboratorios psicológicos de todo el mundo numerosos experimentos sobre cómo las personas percibimos las relaciones causa-efecto, y también sobre supersticiones e ilusiones causales (p. ej., Allan y Jenkins, 1983; Langer, 1975; Shanks y Dickinson, 1987; Wasserman, 1990; Wright, 1962).

Esto nos permite tener actualmente teorías bastante precisas sobre cómo funciona la mente humana a la hora de asociar causas y efectos en situaciones en que la causalidad es real y también cuando es ilusoria (es decir, cuando no existe pero las personas creen percibirla); tanto que, si simulamos estas teorías en un programa de ordenador y dejamos que el programa aprenda a asociar causas y efectos como lo hacemos los humanos y los animales, el programa (o robot) acabará desarrollando también supersticiones e ilusiones causales (Matute y cols., 2007).

Recientemente hemos publicado algunos posts relacionados que quizá convenga leer antes que este (“Superstición y método científico” y “¿Por qué somos supersticiosos?”), pues clarifican algunos conceptos. Lo que aquí quisiera presentar es un resumen de algunos de los experimentos que hemos realizado sobre este tema en nuestro propio equipo de investigación, Labpsico.

En los experimentos psicológicos sobre supersticiones e ilusiones causales lo que interesa averiguar es, independientemente de cómo se transmita después culturalmente la superstición, cómo se generan inicialmente las creencias supersticiosas y las ilusiones de causa-efecto; en qué circunstancias es más fácil llegar a desarrollar creencias falsas del tipo de “A causa B”, o “para conseguir B, lo que hay que hacer es A”, y en qué situaciones se mantienen y fortalecen ese tipo de creencias que luego, a veces, serán transmitidas culturalmente a otras personas que también las adoptarán como ciertas.

En los experimentos sobre ilusiones casales se utilizan normalmente varias versiones diferentes de un mismo programa de ordenador. Las versiones pueden diferir en el número, la frecuencia, la intensidad, la duración o la probabilidad de ocurrencia de determinados eventos que los voluntarios que participan en el experimento intentan conseguir (p. ej., pueden ser premios en un marcador, o la curación de un enfermo ficticio en un videojuego, o la finalización de un pitido, es decir, algo que el voluntario desea conseguir).

Los eventos deseados están programados para ocurrir en el ordenador siguiendo una secuencia que a veces depende de lo que haga el participante pero a veces es independiente de lo que éste haga. Sin embargo, y dado que el participante está tratando de conseguir los premios, cada vez que estos ocurren suelen coincidir con algo que el participante acaba de teclear, de modo que aunque no dependa de su conducta a menudo tenderá a asociar ambos eventos y a creer que la ocurrencia del premio se debe a lo que él acaba de teclear (ya sea el número 377 o el 18 o la barra espaciadora seguida por ctrl y enter… o vaya usted a saber). Es lo que se denomina normalmente ilusión de control (cuando es la propia conducta del sujeto la que éste percibe erróneamente como posible causa), o, de manera más genérica, ilusión de causalidad (cuando es un agente externo, por ejemplo, un curandero, el que parece que está causando la mejoría del enfermo ficticio en el videojuego).

Estas ilusiones de causalidad son como las ilusiones ópticas, se dan en todas las personas ante determinadas circunstancias. No es cuestión, al menos en principio, de ser más o menos inteligente o de tener tal o cuál tipo de personalidad (Wiseman y Watt, 2006). En determinadas situaciones todas las personas desarrollamos ilusiones causales basadas en coincidencias, y sólo el estar alerta y conocer a fondo este tipo de sesgos y errores que produce nuestro cerebro puede ayudarnos a mantenernos relativamente a salvo. La ilusión causal es en realidad un efecto colateral de la capacidad de aprender, y por tanto, cualquier ser con capacidad de aprender y de establecer conexiones entre eventos, incluso una paloma, o un robot, es en principio vulnerable (Matute y Vadillo, 2012).

Helena Matute.
http://www.redcientifica.org/ilusiones_causales_como_reducir_el_impacto_de_la_pseudociencia.php