¿Cómo hacer que un
lector, con una mínima formación, pueda entender los fundamentos del cosmos sin
experimentar vértigo? Ésa fue la pregunta que se planteó Manuel Lozano Leyva al
escribir su nuevo libro, El cosmos en la palma de la mano. Sirviéndose de sus
muchos años de experiencia en el Departamento de Física Atómica, Molecular y
Nuclear de la Universidad de Sevilla, nos da una visión sencilla del Universo
que nos rodea.
-¿Qué
le diría a alguien para hacerle despertar interés por el espacio?
-Por el espacio y por el tiempo, en definitiva
por la Naturaleza, la cual no se limita a la Tierra sino a todo el Universo. El
consejo que le daría a cualquier persona para suscitar ese interés es que
contemple una noche despejada en alta mar, en un desierto o en una montaña
lejos de la contaminación luminosa de las ciudades. Se sobrecogerá y sentirá
curiosidad.
-¿Al
final el universo se reduce a las matemáticas?
-Ortega y Gasset dijo que las matemáticas están
ahí y sólo tenemos que descubrirlas. Como la Naturaleza, añado yo. En este
sentido se puede entender que las matemáticas nos ofrezcan la mejor herramienta
para comprender el Universo.
-¿Qué
le pregunta a las estrellas?
-¿Qué diablos hacéis ahí? Una galaxia normalita,
como nuestra Vía Láctea, es un conjunto de dos centenares de miles de millones
de estrella. El Universo está formado por millones de ellas. ¿Cuántas tienen
planetas habitables? ¿En cuántas de ellas la vida ha evolucionado hacia la
inteligencia? La física nos dice que es del todo improbable que entremos en
contacto con otras formas de vida. ¿No es una pena?
-¿Todo
y todos procedemos de la oscuridad galáctica?
-Los elementos esenciales de los que estamos
hechos, por ejemplo el carbono, se han sintetizado en el corazón de una
estrella gigante en su fase agónica. Cuando finalmente muere, el último
estertor es una explosión formidable llamada supernova que expulsa toda la
riqueza material que la estrella ha cocinado en su interior. Las nubes formadas
vagan por el espacio interestelar y pueden llegar a formar una estrella, como
nuestro Sol, en la que ya están esos elementos complejos. De dicha estrella se
pueden desgajar planetas que con el tiempo harán evolucionar químicamente esos
elementos hasta que, casi milagrosamente, lleguen a dar sistemas vivos. Así,
efectivamente, procedemos en última instancia de la oscuridad galáctica.
-Hay
programas espaciales cuyo objetivo es colonizar planetas. Visto como hemos
dejado el nuestro, ¿sería justo invadir otro?
-En llegar a Marte, que está aquí al lado, se
tarda con la tecnología actual unos siete meses. La sonda espacial Voyager II
se lanzó a mediados de los setenta y todavía no ha explorado el Sistema Solar
al completo. Más vale que preservemos nuestro planeta antes que pensar en colonizar
otros.
-Cuando
escucha las noticias, ¿no cree que más desconocido que el espacio es el ser
humano?
-Sin duda. Y además menos previsible. Hay dos
armas poderosas para dominar los malos instintos del ser humano: la cultura y,
como parte fundamental de ella, la ciencia. Si todos supiéramos en qué contexto
universal estamos, relativizaríamos muchas cosas hasta hacerlas inocuas, como
por ejemplo Dios, la religión y los nacionalismos. No nos dejaríamos engañar
tan fácilmente por los que las esgrimen como espantajos.
-Según
la ciencia venimos de las estrellas, pero ¿a dónde vamos?
-A las estrellas. Nuestro Sol, cuando le llegue
su hora, o sea, cuando consuma su combustible nuclear, esparcirá parte de su
riqueza al espacio y restará su cadáver que será una estrella enana blanca
errante, que quizá resucite al encontrarse con otra estrella viva.
-¿Por
qué es tan difícil mezclar ciencia y religión, entendida como la creencia de
que hay una mente superior a la nuestra que puso el mecanismo en
funcionamiento?
-Desde que se descubrieron las fluctuaciones
cuánticas, es decir, excitaciones espontáneas del vacío, se justifica con
fundamento experimental lo que le respondió Laplace a Napoleón cuando éste
arguyó que notaba en sus cálculos y teorías una curiosa ausencia de Dios:
"Sire, en ningún momento tuve necesidad de hacer uso de tal
hipótesis". El conflicto, obviamente, está servido, más si en el caso de
la religión, ésta está indisolublemente ligada al poder.
-¿En
qué cree usted, rodeado de cifras y datos?
-En la Naturaleza y en los Derechos Humanos.
-¿Por
qué es tan difícil de admitir en la comunidad científica que existe más vida
que la nuestra en el espacio? ¿No podemos caer en ser iguales que los que juzgaron a Galileo, valorando
según nuestras ideas el cosmos?
-Rotundamente no. Un científico no admite ni
rechaza más que lo que los experimentos confirman. No hay indicios de que
exista vida en otros planetas de otras estrellas, lo cual no quiere decir que
no exista. Ningún científico lo afirmará ni lo negará. Sin embargo es lícito
buscar y eso se hace con astucia y basándose siempre en lo que sabemos. Con el
método científico, precisamente formulado por Galileo, jamás caeremos en las
actitudes de quienes lo juzgaron.
-¿Puede
imaginar la cuarta dimensión o sólo utilizarla como una teoría matemática? ¿Hay
conceptos que sólo pueden visualizar algunas mentes?
-Cuatro dimensiones o más, no las puede imaginar
ninguna mente, pero sí utilizarlas muy fructíferamente. Tampoco se puede
"imaginar" una probabilidad y sí entenderla y manejarla; a la lotería
de Navidad me remito.
-Los
científicos que postulan la teoría del universo autoconsciente sostienen que la
única manera de hacer el cosmos real es mediante la consciencia. ¿La existencia
del universo está en nuestras manos?
-Desde el insensato
Platón y su nefasto discípulo Aristóteles, se plantea la posibilidad de que el
mundo material no exista y sea un producto de nuestra mente. No hay suficientes
datos experimentales para negar tal cosa, pero la razón nos lleva por otro
derrotero, ¿cierto?
LA TIERRA
-¿Cree que los descubrimientos científicos pueden
cambiar al ser humano?
-Lo han cambiado tanto que transformó al mono en
hombre. Estoy convencido de que fue una cavernícola la que le dijo a su pareja,
de regreso de sus correrías tras los animales, que había descubierto que al
chocar dos piedras se producían chispas, y que si no se andaba con ojo, podía
meterle fuego a los yerbajos secos.
Sin tener ni idea de para qué iba a servir aquello,
ambos, por lo menos ella, intuyeron que aquello les iba a cambiar la
vida. De ahí a la bomba atómica, el microprocesador y la ingeniería
genética, los descubrimientos científicos no han hecho más que cambiar al ser
humano y, sobre todo, a la humanidad en su conjunto.
¿Qué descubrimiento considera que ha contribuido
mejor a cambiar nuestra visión del mundo?
-La evolución de las especies por medio de la
selección natural de Darwin y Wallace. La demostración irrefutable de tal
teoría deshizo la mayor y más relevante parte de la supuesta obra de
Dios. Las fluctuaciones cuánticas del vacío, o sea, que puede surgir
materia y/o energía de la nada de forma espontánea, hizo innecesaria su
existencia.
¿Considera positivo reforzar este tipo de energía
en los tiempos actuales?
-Siendo catedrático de física nuclear se puede
suponer que estoy a favor de la energía nuclear por deformación, interés, o qué
sé yo. Yo, de lo que estoy a favor es de reducir el consumo; de separar de una
vez la supuesta curva de la felicidad de la del consumo de energía. Por
debajo de ciertos umbrales, sí hay relación entre energía y bienestar, pero el
derroche actual es una locura.
Puesto que nadie plantea tal reducción, no hay más
remedio que acudir a la energía nuclear, la cual tiene muchísimas más ventajas
objetivas que el petróleo, el gas, el carbón, etc. No contaminan, el
combustible está esparcido por todo el planeta y, si se llega al torio
superando al uranio, aún será más abundante y barato. Además, es una tecnología
muy segura (lo de Chernóbil fue más una consecuencia de la desintegración de la
URSS que otra cosa). Si, para colmo de felicidad, se llega a controlar la
fusión nuclear, pues tenemos garantizado un futuro espléndido.
Está muy de actualidad el tema del retorno a la
energía nuclear. ¿Considera positivo reforzar este tipo de energía en los
tiempos actuales?
-Siendo catedrático de física nuclear se puede
suponer que estoy a favor de la energía nuclear por deformación, interés, o qué
sé yo. Yo, de lo que estoy a favor es de reducir el consumo; de separar de una
vez la supuesta curva de la felicidad de la del consumo de energía.
Por debajo de ciertos umbrales, sí hay relación
entre energía y bienestar, pero el derroche actual es una locura. Puesto
que nadie plantea tal reducción, no hay más remedio que acudir a la energía
nuclear, la cual tiene muchísimas más ventajas objetivas que el petróleo, el
gas, el carbón, etc.
No contaminan, el combustible está esparcido por
todo el planeta y, si se llega al torio superando al uranio, aún será más
abundante y barato. Además, es una tecnología muy segura (lo de Chernóbil fue
más una consecuencia de la desintegración de la URSS que otra cosa). Si, para
colmo de felicidad, se llega a controlar la fusión nuclear, pues tenemos
garantizado un futuro espléndido.
-¿Cuál es su opinión sobre los residuos
radiactivos?
-Se presentan como el gran inconveniente de la
energía nuclear y yo sostengo que es una de sus ventajas, porque no se vierten
a ningún lado al permanecer localizados y controlados, lo que no se puede hacer
con ningún otro residuo de la industria energética. Se habla de que duran
miles de años, y eso es aplicable a las pirámides de Egipto e incluso a la
Giralda, que lleva casi mil años sobre un subsuelo fangoso y ahí está en
pie. Los residuos radiactivos se incinerarán antes o después, porque las
tecnologías que se están poniendo a punto para ello a base de transmutación
nuclear no necesitarán ni un siglo para ser operativas.
-¿Es posible “mover” el mundo con energías
renovables?
-Tal como lo concebimos hoy día, no. De las
llamadas fuentes renovables de energía sólo creo en la hidroeléctrica, la solar
y las que estén por desarrollar y descubrir, como el hidrógeno y la
fusión. Pero la eólica es una engañifa que lo único que produce de manera
estable son subvenciones; la biomasa, el etanol, etc., es más de lo mismo:
quemar y quemar. Como ya no se pueden hacer más pantanos y para el
hidrógeno y la fusión aún falta tiempo, hay que seguir investigando en el
aprovechamiento más eficiente del Sol, pero mientras sería bueno que se
construyera un número prudente y razonable de centrales nucleares de fisión.
http://www.revistafusion.com/2003/abril/entrev115-2.htm. 5 de septiembre de
2013
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