La resiliencia es una capacidad que nos permite afrontar las crisis
o situaciones potencialmente traumáticas y salir fortalecidos de
ellas. La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en
función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera,
las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades
que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas
situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.
Para las personas resilientes no
existe una vida dura, sino momentos difíciles. Y no se trata de una simple
disquisición terminológica, sino de una manera diferente y más optimista de ver
el mundo ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma.
De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen
preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan
afrontar la vida con una sonrisa en los labios.
¿Qué caracteriza a una persona
resiliente?
Las personas que practican la resiliencia:
Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El
autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los
retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben
cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones
y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo
tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que
disponen para conseguirlas.
Son creativas. La persona con una alta capacidad de resiliencia no se
limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a volverá
a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y
transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo
precioso.
Confían en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades
y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de
hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se
sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la
importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que
saben cuándo es necesario pedir ayuda.
Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo
de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero
las personas resilientes son capaces de ver más allá de esos momentos y no
desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar
un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y
que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a
una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?
Practican la conciencia plena. Aún sin ser conscientes de esta
práctica milenaria, las personas resilientes tienen el hábito de estar
plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran
capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del ayer y
no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde
con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las
experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho.
Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para
asombrarse ante la vida.
Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma
optimista. Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son
sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso
no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que nada es
completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos
positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo
realista, también llamado optimalismo, y están convencidas de que por muy
oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.
Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las personas
que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que
generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la
vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta
forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los
momentos más difíciles.
No intentan controlar las situaciones. Una de las principales fuentes
de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de
nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos
culpables e inseguros. Sin embargo, las personas resilientes saben que es
imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la
incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.
Son flexibles ante los cambios. A pesar de que las personas
resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren
lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes
y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio
y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse
obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.
Son tenaces en sus propósitos. El hecho de que las personas
resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario,
si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La
diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que
aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen
una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que
se proponen.
Enfrentan la adversidad con humor. Una de las características
esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de
reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor
aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite
enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas
resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer objetivo es
superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no
dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.
Reinaldo A. Gómez
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