lunes, 27 de agosto de 2012

LA METÁFORA DEL SINTONIZADOR SOBRE BORGES, TEORÍA CUÁNTICA Y LOS UNIVERSOS PARALELOS


Cosmología, Filosofía, Física

La mayoría de las explicaciones al uso nos sugieren que nada había antes del Big Bang , ni tiempo ni espacio, que estas dimensiones se crean en ese momento inicial a partir de la nada absoluta. Así nos lo explica, entre otros, Peter W. Atkins, conocido profesor de química-física en la Universidad de Oxford, miembro de la junta de gobierno del Lincoln College y autor del best-seller La Creación, quien nos dice:

"… Retrocedamos ahora en el tiempo más allá del momento de la creación, a cuando y donde no había tiempo ni espacio alguno. De esa nada surgió el espacio-tiempo, y con el espacio-tiempo vinieron las cosas.

Andando el tiempo apareció también el conocimiento; y el universo, que en un principio no existía, se hizo consciente.

Ahora bien, en el tiempo anterior al tiempo no hay sino extrema simplicidad.

En realidad no hay nada; pero, para comprender la naturaleza de esa nada, la mente necesita alguna clase de apoyatura. Esto quiere decir que hemos de pensar al menos por el momento, sobre algo. Así pues, no más que por el momento, pensaremos en casi nada.

Intentaremos pensar no en el espacio-tiempo en sí mismo, sino en el espacio-tiempo antes de ser espacio-tiempo. Aunque no puedo precisar con exactitud lo que esto significa, trataré de indicar cómo se puede empezar a encararlo. El punto importante a tener en cuenta es que es posible concebir un espacio-tiempo carente de estructura, y que es posible, tras alguna reflexión, formarse una imagen mental de ese estado geométricamente amorfo.

Recalquemos que otros importantes pensadores, al igual que Atkins, arrancan el comienzo del universo conocido a partir de este fenómeno singular que popularmente se conoce como Big Bang, previo al cual no se reconoce la existencia del tiempo ni del espacio, como si todo empezara de cero en ese supuesto inicio de toda historia.

Desde mi punto de vista, el evento conocido como Big Bang es sólo, nada más y nada menos, aquel punto o singularidad espacio-temporal hasta el cual podemos extrapolar con cierta racionalidad hacia el pasado (en realidad, hasta el instante de 10 a la menos 43 segundos, conocido como tiempo de Planck). Con posterioridad a ese inicio, podemos hablar de la aplicación de nuestros conocimientos actuales sobre las leyes naturales, el comportamiento y los movimientos de materia y energía observados en el cosmos, en particular la expansión de los astros, confirmada por el astrónomo Hubble en 1929, y el coherente proceso evolutivo registrado en todas las diferentes manifestaciones del Universo, desde el magma o plasma primigenio, pasando por átomos y moléculas, hasta los monos, las pulgas, el hombre y las galaxias.

Al modo en que en su momento se pensaba que las supernovas o los agujeros negros eran acontecimientos o fenómenos extraños en el cosmos y hasta se dudaba de su existencia, hoy se sabe que se trata de sucesos que ocurren en infinidad de lugares en la inmensidad de todo el universo.

También, desde diferentes disciplinas, otros autores coinciden con estos flamantes criterios. Así, en su libro El Infinito en la palma de la mano, Matthieu Ricard, monje budista de origen francés con formación científica en biología, y Trinh Xuan Thuan, astrofísico de origen vietnamita, nos dicen:

"La noción de comienzo es, sin duda, una preocupación esencial de todas las religiones y de la ciencia. La teoría del Big Bang, según la cual el universo fue creado hace aproximadamente quince mil millones de años, simultáneamente con el tiempo y el espacio, es la que mejor explica el Universo observado. El budismo aborda este problema de una manera muy diferente. Se pregunta, en efecto, si es realmente necesario que exista un comienzo y se interroga sobre la realidad de lo que de esta manera habría cobrado existencia.

El Big Bang de la cosmología, ¿es una explosión primordial o el comienzo de un determinado ciclo en una sucesión sin principio ni final de un número incalculable de universos? ¿Nos permiten nuestros conceptos habituales entender la noción de origen, o de ausencia de origen? ¿Acaso esta noción no refleja nuestra tendencia a cosificar los fenómenos, es decir, a considerarlos cosas dotadas de realidad intrínseca?" (El Infinito en la palma de la mano, Editorial Urano, (2001), pág.37).

Siguiendo el orden de estos razonamientos o dudas, y coherentemente con lo expuesto anteriormente, creo que se puede definir la 'nada' como la carencia o ausencia absoluta de elementos, en una determinada región tanto del espacio como del tiempo, que puedan interactuar directa o indirectamente con elementos sensibles de nuestro intelecto (nuestro cerebro, el sintonizador).

Dada la importancia de definir lo más correctamente posible nuestra particular interpretación de esta 'nada' espacio-temporal, sobre la que se han escrito inimaginables y diferentes acepciones, permítaseme reiterar e insistir en que no se trata de algo que está vacío de contenido, que no contiene nada, sino más bien se trata de un punto o lugar del espacio-tiempo cuyos elementos constitutivos no interaccionaron en el pasado, ni interaccionan a la fecha con nuestros sentidos ni con nuestros instrumentos, por lo que no forman parte alguna de nuestra 'realidad', la realidad a la que Ud. y yo pertenecemos y, consecuentemente, no participan en nuestros razonamientos ni conocimientos actuales. (Por supuesto se trata siempre de algo transitorio y preñado de potencialidades, en la medida que evoluciona nuestro sintonizador. Seguramente en otros lugares o 'realidades', si se pudiera decir algo así, del 'Todo' esta interacción es un hecho).

Por ejemplo, veamos lo que ocurrió con las radiaciones electromagnéticas, recientemente (en escala astronómica) reconocidas como tales a partir de su descubrimiento y aplicación alrededor del siglo XIX. Sin embargo, estas radiaciones siempre estuvieron allí, como lo están hoy, rodeándonos y, en algunos casos, atravesándonos por todos lados, pero no teníamos la capacidad de elaborar conciencia, consciencia, conocimiento ni reconocimiento de ellas, a excepción, claro está, de la pequeña banda de radiaciones correspondiente al espectro visible.

Obsérvese que el paulatino descubrimiento, comprensión y aplicación de las radiaciones electromagnéticas (ondas de radio, rayos X, infrarrojas, ultravioletas, ionizantes, radar, …) en los siglos XIX y XX implica no sólo el procesamiento mental de conceptos, razonamientos o elucubraciones no existentes hasta ese momento, sino también la incorporación a la 'realidad' de elementos físicos como los electrones, los neutrones y otras cosas nuevas tan concretas como anteriormente lo habían sido la materia, la energía, los tigres de dientes de sable, etc. Y, si se observa cuidadosamente, hasta podemos detectar las sospechas que tenían previamente los pensadores de aquella época, a saber, que el 'vacío' o la 'nada' espacial de esos tiempos contenía uno o varios elusivos componentes que denominaban genéricamente 'éter'. Algo similar nos ocurre en la actualidad con lo que denominamos la 'nada' del 'vacío' cuántico, quizá repleta de elementos subnucleares que desconocemos.

Nuestras actuales sospechas apuntan a una nueva y enigmática clase de materia-energia que llamamos genéricamente 'oscura'. Está por allí, escondida en la inmensidad del 'Todo', pero no hemos conseguido hasta el momento interactuar con ella. Nuestro cerebro-sintonizador, al menos el de prominentes pensadores, lo está intentando.

Este proceso de adquisición y ampliación de la 'realidad' circundante ocurrió y ocurre permanente desde los comienzos de nuestra historia conocida, cuando se formó la relación objeto-sujeto en la naturaleza de nuestro particular universo, conformando la conciencia en los seres vivos hasta la consciencia en los homínidos y humanos, siempre como consecuencia de nuevas interacciones entre el cerebro-sintonizador de la 'realidad' y el medio ambiente, naturaleza circundante o 'Todo' exterior a nosotros.

Entonces, y más allá de una posible interpretación religiosa, cuando hablamos de la 'nada' como posible situación previa al Big Bang, evidentemente estamos en presencia de una simple declaración de ignorancia o de un error, una explicación equivocada y habrá que pensar en una nueva concepción de lo que es la 'nada', tal como propongo más arriba, ya que, por definición, la 'nada' tradicional nada contiene, ni tiempo ni espacio, ni siquiera polvo de ninguna clase. (Aun las fluctuaciones cuánticas requieren que algo fluctúe, sean partículas reales o virtuales, más allá de cualquier juego de palabras, es decir, debemos admitir la existencia de algún tipo de elemento o material, desconocido por el momento, previo a lo que consideramos el inicio o Big Bang de nuestro Universo).

http://www.redcientifica.org/la_metafora_del_sintonizador.php

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