Stephen Hawking (Oxford, 1942) ya no puede mover ni un dedo. La devastadora
enfermedad que empezó a corroer su sistema nervioso, cuando sólo tenía 21 años,
ni siquiera le permite manejar el ratón que usaba antes para seleccionar
palabras en su ordenador y transmitirlas a través de un sintetizador de voz.
Los músculos de su rostro se han convertido en las últimas herramientas corporales que le quedan para comunicarse,
activando con la mejilla derecha un sensor acoplado sobre sus gafas.
En la entrevista le pregunto en primer lugar si sigue creyendo, como dijo
en el libro que le hizo mundialmente famoso, Historia del Tiempo, que algún día
lograremos una «Teoría del Todo» para comprender las leyes que gobiernan el
Universo, o si hay aspectos de la realidad en las que nunca podrá penetrar la
mente humana. Su respuesta refleja una
inquebrantable fe en el poder de la ciencia para desentrañar los misterios del
cosmos: «Creo que sí conseguiremos entender el origen y la estructura
del Universo. De hecho, ahora mismo ya estamos cerca de lograr este objetivo.
En mi opinión, no hay ningún aspecto de la realidad fuera del alcance de la
mente humana».
En mi segunda pregunta, le pido que me aclare su postura sobre Dios y la
religión, que ha generado un intenso debate entre sus lectores. Por un lado, al
final de Historia del Tiempo,
escribió que si algún día lográramos esa «Teoría del Todo», conoceríamos «la mente de Dios». Pero
posteriormente en su polémico libro El
gran diseño, afirmó que el Universo puede crearse «de la nada, por
generación espontánea», y que la
idea de de Dios «no es necesaria» para explicar su origen. Le pregunto,
ante esta aparente contradicción, si cambió su opinión en este terreno, y si se
considera agnóstico o ateo.
El astrofísico rechaza de plano todas las creencias religiosas: «En el
pasado, antes de que entendiéramos la ciencia, era lógico creer que Dios creó
el Universo.Pero ahora la
ciencia ofrece una explicación más convincente. Lo que quise decir
cuando dije que conoceríamos 'la mente de Dios' era que comprenderíamos todo lo
que Dios sería capaz de comprender si acaso existiera. Pero no hay ningún Dios.
Soy ateo. La religión cree en los milagros, pero éstos no son compatibles con
la ciencia».
Tras dialogar sobre la religión, pasamos de lo divino a lo humano y le
pregunto si cree que sigue mereciendo la pena invertir millones en enviar
misiones con astronautas al espacio, o si le parece un despilfarro, como opinan
muchos de sus colegas científicos. El astrofísico tiene muy claro que la conquista del cosmos debe continuar, no
sólo porque «la exploración espacial ha impulsado y continuará impulsando
grandes avances científicos y tecnológicos», sino porque puede representar un
seguro de vida para la futura supervivencia de nuestra especie: «Podría evitar
la desaparición de la Humanidad gracias a la colonización de otros planetas».
Pablo Jáuregui. Guía de Isora (Tenerife)
http://www.elmundo.es/ciencia/2014/09/21/541dbc12ca474104078b4577.html
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