Es una característica importante de la ciencia la de
hacer públicos sus resultados, poniendo al alcance de la comunidad científica
By por supuesto, del público en general los avances realizados en cada rama del
saber. Esto sólo se logra publicando informes que, en forma ordenada, permitan
comprender la naturaleza y objetivos de cada investigación y las conclusiones a
las que se ha arribado. Por lo tanto podemos decir que la redacción del informe
final, que es el instrumento que satisface este objetivo, no es una mera
formalidad de realización casual o interés secundario, sino una parte
constitutiva e importante del trabajo científico en sí.
No debe pensarse que la estructura de dicho informe
reproduce los pasos que el investigador ha dado en el curso de su trabajo, en
su orden y progresión. No, la lógica que conduce la investigación admite un
planteamiento flexible, con frecuentes interrupciones, vueltas atrás,
inevitables errores e informaciones que se descartan. El informe, en cambio,
debe poseer su propia lógica interior, presentando clara y ordenadamente los
resultados del trabajo, y debe tener una estructura tal que permita su
comprensión sin mayor dificultad. Es corriente al respecto que se hable de la
diferencia entre un método de investigación y un método de exposición, aunque
en este último caso el uso de la palabra método no parece totalmente adecuado
porque no se trata en realidad de un camino o forma para realizar algo sino de
un modelo que permite estructurar lógicamente
la información a transmitir.
En todo caso lo importante es reconocer que el camino que
sigue la investigación no puede ser el mismo que la forma o estructura de la
exposición de sus resultados. La información que habrá de presentarse debe
organizarse de tal manera que dé al lector la sensación de estar ante una
ordenada secuencia lógica, haciendo que los hechos se encadenen entre sí y
tratando de presentarlos de un modo coherente, sin fracturas.
El contenido del informe de investigación no puede ser
fijado de modo esquemático para todos
los casos, aunque hay algunos elementos que deben necesariamente estar
presentes para no afectar la seriedad del trabajo. Ellos son, básicamente, las
secciones del trabajo que permiten precisar los objetivos y el sentido de la
investigación, el método utilizado, las matrices teóricas en que se inscribe el
trabajo y las fuentes y los hechos que nos permitan arribar a determinadas
conclusiones.
En virtud de lo anterior puede esquematizarse la
exposición de la investigación en tres grandes secciones diferenciadas:
1) Una sección preliminar donde aparecen los propósitos
de la obra, donde se pasa revista a los conocimientos actuales sobre la materia
y se definen las principales líneas del tema a desarrollar. Junto con este
material se agrupan generalmente justificaciones respecto a la importancia del
tema elegido y otros planteamientos similares. La introducción del
trabajo es, por lo general, el sitio más apropiado para exponer los puntos que
acabamos de mencionar. La misma se redacta teniendo muy en cuenta lo que ya se
ha escrito en el proyecto de investigación pues, como el lector apreciará,
ambos textos tienen mucho en común.
2) El cuerpo central del informe donde se desarrolla
propiamente el tema, se expone en detalle las consideraciones teóricas que
guían la investigación y se exponen los hallazgos que se han hecho, con su
correspondiente análisis e interpretación. Por eso en este cuerpo principal del
trabajo deben aparecer los cuadros estadísticos que resumen los resultados de
la investigación.
Consta generalmente de varios capítulos que se van
desenvolviendo de tal modo que las transiciones entre uno y otro sean mínimas,
y que se enlazan de acuerdo a un orden general de exposición. Este puede ir de
lo más general hacia lo más particular, desde lo más abstracto a lo más
concreto, proceder según un orden cronológico o adoptar otras formas, a veces
bien diferentes a las señaladas. Lo importante, en todo caso, es que se alcance
la mínima y necesaria coherencia que permita integrar a la obra como un todo
orgánico y a partir de la cual se pueda reconstruir la realidad en su unidad y
multiplicidad. Esta es la parte más larga del informe de investigación y debe
corresponder al desenvolvimiento anunciado ya en la introducción.
3) Una sección final donde se incluyen la síntesis o conclusiones
generales del trabajo y, si las hubiere, las recomendaciones del mismo. A
esta sección final le sigue una parte complementaria integrada por la
bibliografía, los anexos o apéndices y el índice o índices de la obra. El
índice general, sin embargo, también se puede colocar al comienzo. En estos
anexos aparecen algunos de los cuadros estadísticos, mapas y textos
complementarios que, por su extensión, no resulta conveniente intercalar en el
informe, pero que pueden resultar de interés para algunos lectores o de apoyo a
las ideas expuestas en el informe.
Por supuesto que la estructura concreta de cada obra
varía de acuerdo a la extensión de la misma, al tema tratado y a la metodología
empleada en la investigación. Los informes cortos tienen esquemas más simples y
a veces no se dividen en capítulos sino en tres o cuatro partes, v.g.: 1)
introducción; 2) análisis de los datos; 3) síntesis; 4) anexos. Los trabajos
mayores presentan siempre una estructura articulada de capítulos, que admiten a
su vez divisiones menores en puntos y subpuntos.
Si la metodología utilizada en la investigación es
original, ha tenido que resolver problemas poco frecuentes o se caracteriza por
su complejidad, conviene exponerla separadamente, como un capítulo aparte que
se colocará entre el marco teórico (o la introducción) y los resultados. En
caso contrario podrá incluirse como un aspecto más a tratar en la introducción.
Cuando se escribe es preciso tener en cuenta el lector
medio hacia el cual nos dirigimos para delinear un lenguaje y una forma de
presentación adecuada a sus conocimientos, especialmente en cuanto a la
exposición de los aspectos más técnicos del trabajo. No tiene sentido llenar
páginas con resúmenes de obras ya publicadas, con recapitulaciones demasiado
extensas o con comentarios de hechos que pueden apreciarse por sí mismos; pero
no debe descuidarse, por el contrario, la presentación explícita de cualquier
detalle que si bien puede resultar familiar para el autor quizás resulte
desconocido para los potenciales lectores del trabajo.
Para finalizar esta sección queremos insistir en que no
existe una sola forma correcta de presentar trabajos científicos. Según el
estilo y la preferencia de cada autor será posible organizar esquemas
diferentes. Todos son válidos, creemos, si son completos, rigurosamente
ordenados y facilitadores de la lectura y comprensión.
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